viernes, 25 de noviembre de 2011

El " gemido" de una carta ( Fernanda)

                                                                                                Febrero, 1999
Fer:

              Ignoro si te llegó mi anterior; pero te escribo quizás por la misma motivación que cuando vos me mandaste tu gigantesca nota.
                   No tengo idea sobre qué escribirte, lo hago porque sí, porque es imposible ceder paciencia, porque estoy solo y el mejor pensamiento que tengo sos vos y la soledad ayuda sólo cuando se llena de ecos; porque este día lluvioso me invoca obligadamente a hacerlo; pues a veces se hace un silencio tan profundo acá adentro, que mis latidos retumban como un seco golpe en la pared, y otras veces, los sonidos se conjugan en sinfonías descontroladas, con rumores sobrantes que desprecio por no saber de dónde vienen; pero nada siquiera intenta tapar los pozos donde la vida se resiste a caer por puro porfiada, con las uñas, con los dientes, y es imposible moverse mucho, aquí uno choca invariablemente con cosas, con paredes, con ventanas y puertas cerradas...
Pero no es tan trágico como parece, siempre hay algún resquicio por donde llegan señales para la vida, suspiros o latidos no tan cercanos que se vuelven frases, y éstas, en caricias; las imágenes se filtran como duendes y los duendes no respetan puertas, ni distancias, ni oscuras prohibiciones; se sonríen de continuo y enseguida se muestran amistosos...
Te estoy contando esto, porque yo tengo un duende que camina cada noche por la orilla de mi cama y me habla tanto de tu boca que tengo que creerlo enamorado.
Será por eso que te escribo, nunca te olvido más de unas horas, y de una extraña manera sos lo más cercano que tengo y parecieras ser la pieza fundamental cuando un gran silencio se levanta alrededor, cuando más se necesita gritar y que me oigan, cuando la oscuridad se cierne sobre uno quitando toda luz, o cuando la soledad lo cubre todo como el denso polvo de los muebles viejos; o si no, cuando ante tanta naturaleza que se enciende fresca delante de los ojos, se pierde el sentido de lo claro y sencillo y faltan las palabras simples que lo expresan todo. Y todo para no caer en los campos de la duda, ante la incertidumbre de lo desconocido, para no aferrarse a la flor seca y olvidada, al paso del tiempo viejo y descolorido, a lo pasado triste de inquietudes y dolor, a lo que vendrá, a lo que somos y seremos, a esa verdad que se presume puede llegar y asusta desnudarse frente a ella; y esa extraña presencia tuya me inhibe de ser un estoico habitante del lamento, infatigable cómplice de la angustia y la tristeza, cobarde, egoísta, mintiendo felicidad. Tan extraña es esta sensación, que con consuelo es mi llanto; porque ahora sé el porque te escribo, que ni siquiera es llanto... te escribo para que no pase otro día sin decirte cuánto te quiero y extraño.
              Y todas estas palabras están de más
.

                 
  Ah! y para desearte otra vez Felíz Cumpleaños.
                                      
   Un besote (que tengo muchos juntados), le quiere a usted, siempre un poco más...
                                                                                                                       
                                     Gemido

P/D1: Más, si es de cruel que quedes encantada, ojalá fueran látigos tus palabras, que me fueran escritas en desnuda espalda en gesto de extrañarla.

P/D2: Me estás escribiendo???

3 comentarios:

  1. "No tengo
    idea sobre qué
    escribirte, lo hago
    porque sí, porque es
    imposible ceder
    paciencia..."

    Me encantó esa partecita, no sé por qué. Me gusta como fluyen las palabras, se dejan llevar a pesar de cierta tensión, casi desesperación cuando no sabés si del otro lado te percibe.

    Espectacular.

    ResponderEliminar
  2. Bibi, sigo paseando por tu blog. Ahora me encuentro con esta hermosa carta. Otra vez felicitaciones, me pareció excelente! Besos

    ResponderEliminar