Me pongo el traje de poeta. Una farsa.
porque el sudor que me recorre por la espalda
transpira como loco acalorado.
Sin la luna, sin estrellas, sin excusas
se entrevera rencoroso entre las musas,
del mirar con otros ojos el instante
la cuchara revolviendo con sus notas.
Apenas un café, rebeldes átomos,
albores inundados. Un bocado
y por fin la palabra que resbala.
Cae ilesa, nutre estigmas, se evapora
en los brazos ardientes de Pandora.
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